La fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena
Introducción
Universitat de València
Aunque las primeras compañías profesionales surgen en España a partir de la década de 1540, no es hasta comienzos de la década de 1630 cuando algunos actores y autores deciden impulsar la fundación de un gremio de representantes, dotándolo de unos reglamentos propios. La iniciativa responde a las necesidades de organización de una profesión que ya en ese momento había alcanzado plena madurez, pero también traduce la aspiración al reconocimiento social de un oficio que se veía sometido permanentemente a sospecha por razones de tipo moral. La Cofradía de Nuestra Señora de la Novena se vincula desde su fundación a la madrileña iglesia de San Sebastián, en donde sigue teniendo hoy su sede, en un local anejo a dicha iglesia. Aunque hoy la actividad de la Cofradía sea escasa y se relacione sobre todo con alguna periódica celebración religiosa, no deja de ser asombroso que haya pervivido hasta nuestros días. Hay que destacar el meritorio papel que han jugado los cofrades en la conservación de su archivo, una parte del cual se mantiene en su sede, según nos informan, aunque los documentos fundamentales relativos a su fundación, así como algunos objetos y pinturas, se encuentran depositados en el Museo Nacional del Teatro, en Almagro (1). El manuscrito cuya transcripción presentamos se custodia en el archivo de dicho Museo. Se trata del documento que consigna la aprobación por parte del Consejo del Cardenal Infante don Fernando, arzobispo de Toledo, de la fundación del gremio de representantes en la parroquia de San Sebastián. La aprobación data de 21 de febrero de 1634, pero el manuscrito recopila traslados de escrituras anteriores, presentadas para la solicitud de la aprobación por parte de la Cofradía, escrituras que muestran que la organización de la misma había comenzado ya antes de su autorización oficial. Los documentos no se presentan en el manuscrito en orden cronológico, por ello, para una mejor comprensión, hemos introducido epígrafes en la transcripción, tratando de facilitar la lectura del conjunto. La reconstrucción cronológica de la documentación es la siguiente: 1) El 17 de julio de 1632, reunidos en cabildo en casa del mayordomo de la Cofradía don Pedro García de Salinas, los cofrades asistentes acordaron que se hiciese escritura con el cura de la parroquia de San Sebastián en la que se otorgasen capitulaciones entre ambas partes, la Parroquia y la Cofradía, para su fundación. La escritura que refleja este acuerdo se contiene en los folios 29v-30v. 2) Cuatro días después, el 21 de julio de 1632, se hizo la escritura por la que la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena y la parroquia de San Sebastián acordaron y establecieron las condiciones de ambas partes para la fundación en dicha iglesia. La parroquia se comprometía a ceder el retablo donde se encontraba la imagen, así como un terreno anejo a la iglesia para que la Cofradía levantase a su costa la capilla de la Virgen y un pequeño hospital para albergar a unos doce pobres del gremio de actores. Por su parte, la Cofradía se comprometía a no abandonar la parroquia como sede del gremio. La escritura que refleja este acuerdo y pormenoriza las condiciones a él vinculadas se contiene en los folios 28r-37v, e incluye a su vez, en los folios 29v-30v, la escritura mencionada en el punto anterior. 3) El 15 de febrero de 1633, reunidos en cabildo el cura de la parroquia de San Sebastián y los cofrades asistentes, acordaron que se pidiese confirmación de la fundación de la Cofradía al arzobispado de Toledo. La escritura de este acuerdo, fechada el mismo día, se contiene en los folios 1v-2v. 4) El 19 de mayo de 1633 el procurador Blas Fernández de Mesa presentó la petición ante el arzobispado de Toledo (véase el folio 1r-1v), petición a la que incorporaba la documentación anterior, y a la que se añadió las Constituciones o reglamentos por los que se regiría la Cofradía. Las Constituciones ocupan los folios 3r-27r y llevan al final, en el folio 27v, una certificación de haber sido leídas y aprobadas en el cabildo de la Cofradía celebrado el 6 de junio de 1633. Vista toda la documentación por los miembros del Consejo del Cardenal Infante don Fernando, ordenaron que se presentase para su información al Vicario y Visitador General de la villa de Madrid, según se consigna en el folio 1v. 5) Tras los informes favorables se procedió a la aprobación de la fundación, fechada en Toledo el 21 de febrero de 1634 (folios 37v-38r). Las Constituciones son la parte más extensa del manuscrito y en ellas se distinguen tres apartados: 1) Una especie de catecismo, con los principales fundamentos de la doctrina católica, acorde con lo formulado en la aprobación: “vos mandamos pongáis por cabeza destas dichas ordenanzas la doctrina cristiana, y la aprendáis y enseñéis a los de vuestras casas y familias”. 2) Una introducción a los reglamentos, en la que se da cuenta de los motivos que llevaron a la elección de la Virgen de la Novena como patrona del gremio de representantes, y del arraigo de la devoción a esta imagen por parte de los parroquianos de San Sebastián. 3) El tercer apartado lo constituyen los propios reglamentos para el gobierno de la Cofradía, que se distribuyen a su vez en cuatro partes: - De los oficiales y de su elección y obligaciones - De los cofrades y su entrada - De la hacienda y limosna de la Cofradía y su administración - De las obligaciones y gobierno de la Cofradía El motivo por el cual el gremio de actores eligió como sede la parroquia de San Sebastián y como patrona a la Virgen de la Novena se relata en la introducción de las Constituciones, relato que se puede completar con algún detalle recogido posteriormente en el Libro en que se asientan todas las cosas tocantes a la fábrica de la capilla de Nuestra Señora de la Novena, del que dio cuenta en su día Subirá. Según estas fuentes, el 2 de febrero de 1615 Carlos Beluti (o Velluti), caballero florentino, hizo colocar en la esquina de su casa, en la confluencia de la calle del León con la de Santa María, un cuadro con la imagen de la Virgen y un niño dormido, con San José y San Juan Bautista a ambos lados, cuadro que se conoció con el título de la Virgen del Silencio, aludiendo al gesto con el que se representaba a San Juan en la pintura, con un dedo puesto en los labios, en señal de silencio. El 24 de marzo de 1623 el lienzo fue desgarrado y el tribunal de la Inquisición lo trasladó a su sede. Aunque no se encontró a los autores del hecho, se sospechó de los protestantes que habían acompañado a Carlos, Príncipe de Gales, llegado a Madrid unos días antes para tratar de concertar su matrimonio con la infanta María, hermana de Felipe IV. El 2 de julio de ese mismo año, Pedro Beluti (o Velluti), hijo del caballero florentino, colocó un nuevo lienzo en el mismo lugar, repitiéndose unos meses después la misma fechoría. En esta ocasión el tribunal de la Inquisición cedió el maltrecho lienzo al Conde de la Puebla de Montalbán para su oratorio. El mismo Pedro Beluti (o Velluti) hizo colocar el 18 de diciembre, con gran celebración, un tercer lienzo, al parecer obra de un discípulo de Vicente Carducho, llamado Francisco Lombre (supuestamente se trataría del cuadro que se encuentra hoy en la Sala de Juntas de la Cofradía: véase la imagen nº 7). Esta tercera imagen de la Virgen fue consolidando la fama de milagrosa, y es a ella a la que se atribuyó el milagro acaecido a Catalina Flores, una mujer tullida que sanó después de haber rezado nueve días seguidos a la Virgen, lo que motivó que a partir de ese momento la imagen fuese conocida como la Virgen de la Novena. El 21 de julio de 1624, siete días después del suceso, el lienzo fue trasladado por orden del Vicario General en solemne procesión a la Iglesia de San Sebastián. Aunque desde los primeros relatos que se hacen eco del suceso se alude a Catalina Flores como perteneciente al “gremio de la representación”, en realidad no fue actriz (sobre esta cuestión, véase la entrada correspondiente en DICAT). En cualquier caso, la elección de la parroquia de San Sebastián de Madrid como sede de la Cofradía se justifica en la introducción de las mismas Constituciones: Habiendo de señalar lugar para esta fundación y reconociendo que no le podía haber fijo para gremio tan peregrino, que continuamente camina de ciudad en ciudad, saliendo una compañía de donde otra entra, pareció único y conviniente el de la Corte de los católicos monarcas de España, tanto por ser patria común y centro de sus reinos, cuanto por ser el origen y paradero de las compañías, que casi siempre se vienen a formar y a reformar a la Corte, donde ordinariamente asisten dos o tres con bastante número de personas, para que en él se conserve el gobierno de toda esta comunidad; señalando el lugar parece lo estuvo en la iglesia del señor San Sebastián, pues aunque hay tantas en esta Corte en que esta Cofradía pudiera pretender sitio y alcanzar fundación, la en que [sic, por "en la que"] hoy tiene lo uno y lo otro es la que con más derecho y mejor título pudo admitirla y fomentarla, así para [sic, por "por"] incluirse en sus términos y linderos los dos teatros en que se representa y los tres hospitales que más participan y gozan de su renta, como por ser el de su derecho parroquial y feligreses suyos todos los autores y compañeros que en esta Corte entran y asisten. Con la aprobación de las Constituciones y de la fundación culminaba un proceso que se había iniciado en el momento en que el autor Andrés de la Vega había solicitado, a fines de 1630, el permiso para imprimir las llamadas Advertencias, un escrito en el que se exponían los motivos para la fundación de la Cofradía y se esbozaba su gobierno y reglamentación. En el ejemplar manuscrito que se conserva de las Advertencias constan las aprobaciones del Vicario General de Madrid y del fiscal, fechadas respectivamente el 30 de noviembre y el 4 de diciembre de 1630. Aunque al final del manuscrito de las Advertencias también se incluye una anotación, fechada en Madrid el 19 de enero de 1631, en la que se indica “no ha lugar lo que esta parte pide”, el escrito, con algunas modificaciones, fue finalmente impreso e iba respaldado por los autores que proyectaban llevar adelante la fundación de la Cofradía, que eran Andrés de la Vega, Juan de Morales, Antonio de Prado, Fernán Sánchez, Juan Bautista Valenciano, Manuel de Vallejo, Pedro de Valdés, Cristóbal de Avendaño, Roque de Figueroa, Alonso de Olmedo, [José de] Salazar 'Mahoma', Juan Acacio, Manuel Simón, Juan Martínez, Tomás Fernández, Francisco López y Bartolomé Romero. Este impreso se sabe que fue enviado a varias compañías de fuera de Madrid para que se adhiriesen a la propuesta o manifestasen sus objeciones, pues uno de los ejemplares que se conserva incluye la aceptación, fechada en Granada el 30 de abril, de la compañía de José de Salazar, uno de los impulsores de la fundación. Las Advertencias constituyeron de hecho el paso previo a las Constituciones presentadas para la aprobación definitiva de la Cofradía. La aprobación de la fundación de la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena supuso el reconocimiento oficial de los profesionales del teatro como un gremio, cuya actividad ya estaba en ese momento plenamente arraigada desde hacía tiempo en la sociedad y en la cultura españolas. A pesar del ímpetu inicial, la recaudación de fondos para la construcción de la Capilla de la Virgen fue lenta, y su ejecución no se vio exenta de pleitos entre la Cofradía y la Iglesia. El artífice de la capilla fue el arquitecto Juan Fernández. Las obras se iniciaron en 1664 y fue inaugurada el 22 de abril de 1674 con grandes festejos. El manuscrito que presentamos en formato digital, acompañado de su transcripción, no ha sido editado hasta el día de hoy. Para la transcripción hemos modernizado la ortografía y puntuado según los usos modernos, indicando los errores y proponiendo correcciones en algunos casos, cuando nos parecían plausibles. Hemos respetado las formas arcaicas y los formulismos legales, las contracciones de época (della, desta...), cuando aparecen, las vacilaciones vocálicas y las oscilaciones de grupos consonánticos. Nuestro propósito es poner al alcance del especialista y del lector curioso un documento de interés evidente para la historia de la profesión teatral en España y que hasta hoy, aunque manejado por estudiosos como Subirá o Oehrlein (2), no había visto la luz. En la transcripción del manuscrito han colaborado conmigo Verónica Arenas Lozano, Josefa Badía Herrera, Alejandro García Reidy, Dolores Noguera Guirao y Francisco Sáez Raposo. La autoría de las fotografías del manuscrito nos corresponde a Dolores Noguera y a mí. Las fotografías de la iglesia de San Sebastián, que acompañan a esta Introducción, han sido realizadas por Francisco Sáez Raposo. Agradecemos a la actual dirección de la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena, así como a la parroquia de San Sebastián y al Museo Nacional del Teatro de Almagro las facilidades que nos han prestado. _________ (1) Véase, para una primera catalogación de este fondo, Pedro Francisco García Gutiérrez, "El gremio de representantes", Catálogo de la exposición Cuatro Siglos de Teatro en Madrid, Museo Municipal, Teatro Albéniz, Teatro Español, Teatro María Guerrero, mayo-junio 1992, Madrid, Consorcio para la organización de Madrid Capital Europea de la Cultura, 1992, pp. 535-68. (2) Para más detalles sobre la historia de la Cofradía, véanse José Subirá, El gremio de representantes madrileños y la Cofradía de Nuestra Señora de la Novena, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1960, y Josef Oehrlein, El actor en el teatro español del Siglo de Oro, Madrid, Castalia, 1993, esp. pp. 241-76, quien lleva a cabo, además, un amplio estudio de las Constituciones. Del manuscrito que publicamos existe una copia en el mismo Museo Nacional del Teatro, signatura 7143-doc. 1.