2.6 Memorias de apariencias
Entre la documentación del Corpus conservada en los archivos municipales, en ocasiones se encuentran las llamadas memorias de apariencias. En estos documentos, se especificaban detalles sobre la puesta en escena de los autos sacramentales que se tenían que representar en la fiesta del Corpus de un año concreto. A continuación tienes una muestra. Se trata de la memoria correspondiente al auto El Diablo mundo, de Pedro Calderón de la Barca, representado en el Corpus de Madrid de 1660. Son apuntes sobre aspectos de la puesta en escena realizados, en este caso, por el propio dramaturgo. Recuerda que los carros, que contenían los elementos de la escenografía, se sacaban a desfilar en la procesión del Corpus y en determinados lugares del trayecto de la procesión se detenían y adosaban a un tablado, conformando el conjunto una especie de escenario en donde se representaban los autos. En esta memoria de apariencias se alude a cuatro carros que debieron de desfilar en la procesión, según era costumbre. A partir de las descripciones incluidas en memorias de apariencias no es usualmente fácil reconstruir la puesta en escena en toda su complejidad técnica, pero sí es posible apreciar la importancia que se daba a este aspecto de la representación.
Puedes revisar, si quieres, en el archivo La práctica escénica en imágenes de DICAT, el apartado “La fiesta del Corpus” → carros
Ha de ser el primer carro un globo celeste grande, pintado por de fuera con imágenes de estrellas, signos y planetas. Este a su tiempo se ha de abrir en dos mitades, cayendo la una sobre el tablado de la representación y quedando la otra fija, en cuyo cóncavo se ha de ver un trono con su araceli lo más hermosamente adornada de rayos que se pueda, y en él sentada una mujer, la cual por canal ha de bajar con todo el trono hasta que pueda ponerse en el tablado, donde ella ha de quedar, y subir lo demás, cerrándose como estaba primero.
El segundo carro ha de ser otro globo terrestre igual al primero, pintado de árboles y flores, y lineado a manera de mapa. Este se ha de abrir en la misma conformidad, y sobre un peñasco ha de estar una persona que a su tiempo baje por una escalera, que se ha de hacer en este globo en lugar de la canal del otro, la cual por una y otra parte ha de estar adornada de ángeles, que con algún artificio parezca que suben y bajan por ella, de suerte que cuando la persona descienda al tablado, subiendo unos y bajando otros, pueda pasar por en medio de ellos. Hase de volver a cerrar y quedar también como el primero.
El tercer carro ha de ser una pirámide hermosamente guarnecida de ángeles y serafines, y en su remate un cáliz y una hostia, tan grande que pueda estar un niño dentro. Esta pirámide ha de estar embebida en el primer cuerpo del carro y a su tiempo ha de subir todo lo que pueda, y en su elevación se ha de abrir la hostia y el cáliz y verse dentro, como se ha dicho, el niño.
El cuarto carro ha de ser un peñasco embebido también en el primer cuerpo y a su tiempo ha de subir con seis personas, una en lo eminente, dos algo inferiores, y tres en la grada postrera, y en el remate desta cumbre ha de haber un sol, que abriéndose en dos mitades, descubra dentro otro cáliz y otra hostia. Don Pedro Calderón de la Barca.
El segundo carro ha de ser otro globo terrestre igual al primero, pintado de árboles y flores, y lineado a manera de mapa. Este se ha de abrir en la misma conformidad, y sobre un peñasco ha de estar una persona que a su tiempo baje por una escalera, que se ha de hacer en este globo en lugar de la canal del otro, la cual por una y otra parte ha de estar adornada de ángeles, que con algún artificio parezca que suben y bajan por ella, de suerte que cuando la persona descienda al tablado, subiendo unos y bajando otros, pueda pasar por en medio de ellos. Hase de volver a cerrar y quedar también como el primero.
El tercer carro ha de ser una pirámide hermosamente guarnecida de ángeles y serafines, y en su remate un cáliz y una hostia, tan grande que pueda estar un niño dentro. Esta pirámide ha de estar embebida en el primer cuerpo del carro y a su tiempo ha de subir todo lo que pueda, y en su elevación se ha de abrir la hostia y el cáliz y verse dentro, como se ha dicho, el niño.
El cuarto carro ha de ser un peñasco embebido también en el primer cuerpo y a su tiempo ha de subir con seis personas, una en lo eminente, dos algo inferiores, y tres en la grada postrera, y en el remate desta cumbre ha de haber un sol, que abriéndose en dos mitades, descubra dentro otro cáliz y otra hostia. Don Pedro Calderón de la Barca.
Actividad 1
1. ¿Cuántos carros se requerían para la representación del auto El Diablo mundo?
a) 2
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b) 3
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c) 4
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2. ¿Se requieren mecanismos de tramoya para elevar objetos o actores?
a) Sí
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b) No
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3. En la memoria se alude a dos globos, ¿están decorados exactamente igual?
a) Sí
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b) No
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4. ¿Se representa figurativamente el cáliz?
a) Sí
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b) No
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5. Al abrirse los globos de los dos primeros carros, ¿los personajes que van dentro permanecen estáticos en una de las dos mitades?
a) Sí
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b) No
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6. Una vez se abren los globos, ¿quedan abiertos hasta que termina la representación?
a) Sí
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b) No
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7. En el cuarto carro, ¿cuántos actores ha de haber?
a) 5
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b) 6
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c) 7
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